Historia de Mondrón
X. Conclusiones y perspectivas de futuro
1. Mondrón ante los retos del siglo XXI
Mondrón, como muchas otras pequeñas comunidades rurales de la geografía española, se enfrenta en este primer cuarto del siglo XXI a desafíos significativos que determinarán su viabilidad y evolución en las próximas décadas. Estos retos, de naturaleza demográfica, económica, ambiental y social, no son exclusivos de esta aldea axárquica, pero adquieren en ella matices particulares derivados de su historia, su ubicación geográfica y sus características específicas.
El primero y quizás más acuciante de estos desafíos es el envejecimiento poblacional, reflejo de una tendencia generalizada en el mundo rural español pero especialmente pronunciada en núcleos pequeños como Mondrón. La estructura demográfica actual, con predominio de personas mayores, plantea serias dudas sobre el relevo generacional necesario para mantener viva la comunidad, sus tradiciones y actividades económicas. Según los datos disponibles, la población de Mondrón ha experimentado una estabilización reciente (157 habitantes tanto en 2022 como en 2023), lo que podría interpretarse como un freno a la tendencia despobladora, pero su composición por edades sigue mostrando un claro desequilibrio hacia los grupos de mayor edad.
Este envejecimiento tiene implicaciones profundas en múltiples ámbitos. Desde el punto de vista económico, supone una reducción del dinamismo emprendedor y la capacidad de innovación. En el ámbito social, conlleva una mayor demanda de servicios asistenciales y sanitarios, a menudo difíciles de proporcionar en entornos rurales. Y en lo cultural, implica el riesgo de pérdida de conocimientos tradicionales, oficios artesanales y tradiciones orales que han pasado de generación en generación y constituyen parte esencial del patrimonio inmaterial de Mondrón.
Íntimamente ligado al factor demográfico se encuentra el reto de la sostenibilidad económica. La economía de Mondrón, tradicionalmente basada en la agricultura olivarera, se enfrenta a un mercado global cada vez más competitivo y exigente. Si bien el aceite de oliva virgen extra de la variedad Verdial que produce la Cooperativa San José Artesano ha logrado reconocimiento por su calidad excepcional, la rentabilidad de muchas explotaciones familiares se ve comprometida por factores como el tamaño reducido de las parcelas, los costes crecientes de producción y la volatilidad de precios.
La diversificación económica iniciada en las últimas décadas, con la introducción de cultivos tropicales y el desarrollo incipiente del turismo rural, ofrece alternativas, pero también plantea nuevos interrogantes relacionados con la sostenibilidad ambiental y la preservación del paisaje tradicional. Esta tensión entre innovación y tradición, entre rentabilidad y sostenibilidad, constituye uno de los grandes dilemas a los que se enfrenta Mondrón.
El cambio climático representa otro desafío fundamental, con implicaciones potencialmente dramáticas para una comunidad cuya economía y modo de vida están estrechamente vinculados al territorio y sus recursos naturales. Las proyecciones climáticas para la región mediterránea, que prevén un incremento de temperaturas, una disminución de precipitaciones y una mayor frecuencia de eventos extremos, plantean serios interrogantes sobre la viabilidad futura de cultivos tradicionales como el olivo y, más aún, de cultivos tropicales con mayores exigencias hídricas.
La gestión sostenible del agua, recurso ya escaso y disputado, se perfila como uno de los mayores retos ambientales para Mondrón en las próximas décadas. El equilibrio entre las demandas agrícolas, con una tendencia al incremento por la expansión de cultivos intensivos, y la disponibilidad natural de agua, amenazada por el cambio climático, requerirá soluciones innovadoras y consensuadas por todos los actores implicados.
Otro reto significativo lo constituye la adaptación a la sociedad digital. La revolución tecnológica, que avanza a un ritmo vertiginoso, ofrece oportunidades para superar limitaciones históricas derivadas del aislamiento y la distancia a centros urbanos, pero también plantea el riesgo de nuevas formas de exclusión para aquellos grupos, principalmente personas mayores, con menor alfabetización digital. La brecha digital podría acentuar las desigualdades ya existentes si no se implementan políticas específicas de capacitación e inclusión.
Las infraestructuras y servicios públicos representan otro ámbito crítico. La tendencia a la concentración de servicios en núcleos de mayor población puede dejar a comunidades como Mondrón en situación de desventaja en cuanto a acceso a atención sanitaria, educación, transporte público o servicios sociales. Sin embargo, el desarrollo de modelos innovadores de prestación de servicios en entornos rurales, apoyados en nuevas tecnologías y formas de organización más flexibles, ofrece vías prometedoras para garantizar la equidad territorial.
Finalmente, Mondrón, como todas las comunidades rurales, debe enfrentarse al reto de la gobernanza territorial. Las decisiones sobre cuestiones clave como la ordenación del territorio, la gestión de recursos naturales o las estrategias de desarrollo no siempre se toman con la participación efectiva de las comunidades locales. La capacidad de los habitantes de Mondrón para articular sus intereses, participar en procesos de decisión que les afectan y establecer alianzas con otros actores, resultará fundamental para definir su propio futuro.
Estos desafíos, complejos y entrelazados, no son insalvables. De hecho, Mondrón cuenta con importantes activos para afrontarlos: un patrimonio natural y cultural excepcional, un producto agrícola de calidad reconocida, y una comunidad con fuerte sentido de identidad y pertenencia al territorio. La manera en que estos activos se movilicen para responder a los retos planteados determinará en gran medida el futuro de esta histórica aldea de la Axarquía malagueña.
2. Oportunidades para el desarrollo sostenible
Frente a los retos descritos, Mondrón dispone de importantes oportunidades para impulsar un modelo de desarrollo sostenible que integre consideraciones económicas, sociales y ambientales. Estas oportunidades, bien aprovechadas, podrían convertir a esta pequeña comunidad en un referente de revitalización rural compatible con la conservación de valores naturales y culturales.
La revalorización de los productos agroalimentarios de calidad constituye quizás la oportunidad más evidente e inmediata. El aceite de oliva virgen extra de la variedad Verdial, con sus extraordinarias características organolépticas y su vinculación a un territorio y un saber hacer tradicional, representa un producto con potencial para conquistar segmentos de mercado que valoran la autenticidad, la calidad y la sostenibilidad. La transición desde un modelo de producción centrado en el volumen hacia otro que priorice la calidad y el valor añadido podría incrementar significativamente la rentabilidad de las explotaciones olivareras sin necesidad de intensificar la producción.
En este sentido, iniciativas como la tramitación de una Denominación de Origen, el desarrollo de líneas de productos gourmet, la implementación de sistemas de trazabilidad que garanticen al consumidor el origen y método de producción, o la integración en circuitos de oleoturismo, representan estrategias prometedoras para añadir valor a un producto ya de por sí excepcional. La Cooperativa San José Artesano, con su arraigo en la comunidad y su capacidad para articular a los pequeños productores, puede jugar un papel determinante en este proceso.
El turismo rural sostenible constituye otra vía con potencial para diversificar la economía local sin comprometer los valores que hacen único a Mondrón. El creciente interés por destinos auténticos, no masificados, que ofrezcan experiencias vinculadas a la naturaleza, la cultura local y la gastronomía, representa una oportunidad para Mondrón, que cuenta con un patrimonio paisajístico, cultural y gastronómico excepcional.
La creación de una oferta turística coherente y de calidad requeriría actuaciones en diversos ámbitos: el acondicionamiento y señalización de senderos que permitan disfrutar del paisaje y el patrimonio natural; la rehabilitación de edificaciones tradicionales para alojamientos rurales con encanto; el diseño de experiencias vinculadas a la cultura olivarera, desde la participación en la recolección hasta la cata de aceites; o la recuperación y puesta en valor del patrimonio etnográfico, como molinos, almazaras o sistemas tradicionales de regadío.
Este tipo de turismo, bien planificado y gestionado, podría generar ingresos complementarios para la población local, crear nuevas oportunidades de empleo, especialmente para jóvenes, y contribuir a la preservación del patrimonio al convertirlo en un activo económico. Experiencias de otras comarcas españolas demuestran que el turismo rural sostenible puede actuar como catalizador de procesos más amplios de revitalización territorial.
La agricultura ecológica y/o regenerativa representa otra oportunidad significativa para Mondrón. La creciente conciencia ambiental de los consumidores y el reconocimiento de los impactos negativos de la agricultura convencional intensiva están impulsando el mercado de productos ecológicos, con crecimientos sostenidos de dos dígitos en las últimas décadas. Mondrón, con un olivar tradicional que ya implementa muchas prácticas compatibles con la producción ecológica, se encuentra en una posición favorable para esta transición.
La conversión a ecológico no solo permitiría acceder a mercados que ofrecen mayor rentabilidad, sino que también conllevaría beneficios ambientales como la mejora de la biodiversidad, la reducción de la contaminación por agroquímicos o el incremento de la materia orgánica en el suelo, contribuyendo a la mitigación del cambio climático mediante el secuestro de carbono. Asimismo, la agricultura ecológica puede beneficiarse de las ayudas de la Política Agraria Común, que cada vez orienta más sus fondos hacia modelos productivos sostenibles.
Un paso más allá lo constituirían los enfoques de agricultura regenerativa, que no solo evitan prácticas perjudiciales para el medio ambiente, sino que activamente restauran la salud de los ecosistemas agrícolas. Técnicas como la cobertura permanente del suelo, la integración de ganadería en sistemas agrícolas o la diversificación de cultivos, podrían transformar el olivar de Mondrón en un auténtico sumidero de carbono, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático mientras se produce aceite de máxima calidad.
La economía social y colaborativa ofrece modelos organizativos especialmente adecuados para comunidades rurales como Mondrón. Formas jurídicas como cooperativas, asociaciones o empresas de inserción pueden dar respuesta a necesidades locales que ni el mercado convencional ni el sector público atienden adecuadamente. Desde cooperativas de consumo que mejoren el acceso a bienes y servicios, hasta iniciativas de economía de cuidados para personas mayores, pasando por proyectos de movilidad compartida o bancos de tiempo, las posibilidades son amplias y adaptables a las características específicas de cada comunidad.
La Cooperativa San José Artesano, con su larga trayectoria y arraigo en la comunidad, podría expandir su ámbito de actuación más allá de la producción de aceite, convirtiéndose en un verdadero motor de desarrollo integral para Mondrón. Experiencias como la de las cooperativas agroecológicas integrales, que combinan producción, transformación, comercialización y a veces incluso servicios comunitarios, podrían servir de inspiración para este proceso.
La transición energética hacia fuentes renovables representa otra oportunidad significativa, especialmente relevante en un contexto de crisis climática y encarecimiento de los combustibles fósiles. Mondrón, situado en una zona con elevada radiación solar, podría aprovechar este recurso para avanzar hacia la autosuficiencia energética, reduciendo costes para hogares y empresas mientras disminuye su impacto ambiental.
Desde instalaciones fotovoltaicas para autoconsumo en viviendas y edificios agrícolas, hasta pequeñas comunidades energéticas que permitan compartir la producción y gestionar colectivamente la energía, las opciones para la implementación de energías renovables son diversas y escalables. La posibilidad de combinar producción energética con producción agrícola en el mismo terreno (agrovoltaica) abre perspectivas interesantes para diversificar los ingresos de las explotaciones sin comprometer su función primaria.
Por último, pero no menos importante, la digitalización ofrece oportunidades para superar algunas de las limitaciones históricas de los entornos rurales. El teletrabajo, cuya viabilidad e implantación se han acelerado a raíz de la pandemia de COVID-19, permite a profesionales de diversos sectores vivir en entornos rurales mientras mantienen su actividad laboral. La comercialización online abre mercados globales para productos locales sin necesidad de intermediarios. Los servicios públicos pueden volverse más accesibles a través de la telemedicina, la teleeducación o la administración electrónica. Y las redes sociales permiten visibilizar y proyectar al mundo la riqueza y singularidad de pequeñas comunidades como Mondrón.
Para aprovechar estas oportunidades, sin embargo, resulta imprescindible garantizar una conectividad digital de calidad y desarrollar programas de alfabetización digital que aseguren que nadie, especialmente los mayores, quede excluido de estas posibilidades.
En definitiva, Mondrón se encuentra en un momento crucial, enfrentando importantes desafíos pero también ante oportunidades significativas para reinventarse y prosperar en el siglo XXI sin renunciar a su esencia. La clave residirá en encontrar un equilibrio entre innovación y tradición, entre apertura al mundo y preservación de la identidad local, entre desarrollo económico y sostenibilidad ambiental. Un equilibrio que, lejos de ser fácil, resulta esencial para el futuro de esta aldea y de los valores que representa.
3. Preservación del patrimonio natural y cultural
El patrimonio natural y cultural de Mondrón, resultado de siglos de interacción entre la comunidad humana y su entorno, constituye uno de sus activos más valiosos, no solo como elemento de identidad colectiva sino también como recurso para un desarrollo sostenible. Su preservación representa, por tanto, un imperativo ético hacia las generaciones futuras y, al mismo tiempo, una estrategia inteligente para el presente.
El patrimonio natural de Mondrón, caracterizado por su diversidad paisajística y ecológica, enfrenta amenazas significativas derivadas de factores como el cambio climático, la intensificación agrícola, la presión urbanística o la sobreexplotación de recursos hídricos. La preservación de este patrimonio requiere adoptar un enfoque integrado que abarque tanto la protección de espacios naturales como la promoción de prácticas agrícolas sostenibles.
Las sierras que rodean Mondrón (Sierra de Vilo, Sierra de Enmedio, Sierra de Alhama) constituyen espacios de gran valor ecológico que albergan importantes poblaciones de flora y fauna amenazadas. Su preservación podría reforzarse mediante figuras de protección a escala regional o local, como Monumentos Naturales o Parajes Naturales Municipales, que establecieran un marco regulatorio específico para actividades que pudieran afectar a la conservación de sus valores naturales.
Complementariamente, la implementación de programas de custodia del territorio permitiría implicar a propietarios privados de terrenos con valores naturales en su conservación, mediante acuerdos voluntarios con entidades de custodia. Este enfoque, que combina conservación de la naturaleza con mantenimiento de actividades tradicionales sostenibles, resulta especialmente adecuado para territorios como el de Mondrón, donde la mayor parte del suelo es de propiedad privada.
El paisaje de olivar tradicional, elemento emblemático del entorno de Mondrón, merece especial atención. Las políticas de conservación del olivar verdial deberían incluir no solo aspectos productivos y comerciales, sino también medidas que aseguren el mantenimiento de prácticas agrícolas compatibles con la biodiversidad y la calidad paisajística. Estas podrían abarcar desde la preservación de elementos tradicionales como muros de piedra seca o setos vivos, hasta la promoción de cubiertas vegetales entre olivos para prevenir la erosión y favorecer la biodiversidad.
La gestión sostenible del agua, recurso particularmente valioso en un entorno mediterráneo como el de Mondrón, constituye otro aspecto crucial para la conservación del patrimonio natural. La preservación de manantiales y cursos fluviales, la restauración de sistemas tradicionales de captación y distribución de agua, y la adopción de tecnologías de riego eficiente, conformarían un enfoque integrado para este recurso crítico.
En cuanto al patrimonio cultural, Mondrón posee un rico acervo que incluye tanto elementos materiales (iglesia de San Fernando, arquitectura tradicional, sistemas de regadío históricos) como inmateriales (conocimientos sobre el cultivo del olivo y la elaboración de aceite, tradiciones orales, festividades). La preservación de este patrimonio requiere acciones específicas adaptadas a su naturaleza diversa.
Para el patrimonio material, resulta fundamental la catalogación exhaustiva de elementos con valor patrimonial, como primer paso para su protección efectiva. La restauración y mantenimiento de edificios históricos, así como la regulación urbanística que asegure que las nuevas construcciones respetan la tipología arquitectónica tradicional, contribuirían a preservar el carácter propio del paisaje urbano de Mondrón.
Particular importancia reviste la conservación del patrimonio vinculado al agua y al olivar: fuentes, acequias, molinos, almazaras… Estos elementos, además de su valor histórico y etnográfico, son testimonio de la ingeniosidad con que generaciones pasadas gestionaron recursos limitados, ofreciendo lecciones valiosas para los desafíos actuales de sostenibilidad.
Respecto al patrimonio inmaterial, su naturaleza dinámica y viva requiere enfoques diferentes. La documentación y registro de conocimientos tradicionales, especialmente aquellos vinculados a la olivicultura y la elaboración de aceite, pueden contribuir a su preservación. Sin embargo, lo verdaderamente crucial es asegurar su transmisión intergeneracional, creando espacios y oportunidades para que las personas mayores transmitan sus saberes a las generaciones más jóvenes.
En este sentido, iniciativas como talleres intergeneracionales, jornadas de demostración de oficios tradicionales, o programas educativos que incorporen el patrimonio local en el currículum escolar, pueden desempeñar un papel importante. La digitalización ofrece también posibilidades interesantes, permitiendo documentar y difundir este patrimonio a través de plataformas online, contribuyendo así a su valorización.
La gastronomía tradicional, con el aceite de oliva como elemento central pero que incluye muchas otras elaboraciones locales, constituye un patrimonio cultural vivo que merece especial atención. Su preservación pasa por promover el conocimiento de recetas tradicionales, valorizar los productos locales, y fomentar su presencia en establecimientos de restauración de la zona.
Las festividades y celebraciones, como la fiesta de San Fernando, patrón de Mondrón, representan momentos privilegiados para la expresión y transmisión de la identidad colectiva. Su mantenimiento, con respeto a los elementos tradicionales pero con la flexibilidad necesaria para incorporar nuevas expresiones, contribuye significativamente a la cohesión social de la comunidad.
Un aspecto crucial, tanto para el patrimonio natural como para el cultural, es la implicación activa de la comunidad local en su conservación. El sentimiento de pertenencia y responsabilidad compartida hacia el patrimonio constituye probablemente la mejor garantía para su preservación a largo plazo. Modelos participativos de gestión patrimonial, que den voz y protagonismo a los habitantes de Mondrón en las decisiones que afectan a su patrimonio, representan una vía prometedora en este sentido.
Finalmente, cabe destacar que la preservación del patrimonio natural y cultural de Mondrón no debe entenderse como una fosilización o museización, sino como un proceso dinámico que permita su evolución y adaptación a nuevas necesidades y contextos, sin perder su esencia. Se trata, en definitiva, de preservar los valores fundamentales que dotan de singularidad a este territorio, asegurando al mismo tiempo su viabilidad económica y social en el mundo contemporáneo.
4. Reflexiones finales sobre la identidad de Mondrón
Al finalizar este recorrido por la historia, el paisaje, el patrimonio y las perspectivas de futuro de Mondrón, cabe plantearse una reflexión más profunda sobre su identidad como comunidad humana vinculada a un territorio específico. ¿Qué define la esencia de Mondrón? ¿Cuáles son los elementos que, a pesar de las transformaciones históricas, han permanecido como señas de identidad colectiva? ¿Cómo puede esta identidad proyectarse hacia el futuro en un mundo globalizado?
La identidad de Mondrón se ha forjado a lo largo de siglos en un proceso dinámico de interacción entre la comunidad humana y su entorno natural. Esta relación, a veces armoniosa y otras veces tensa, ha configurado un paisaje cultural único, donde elementos naturales como las sierras, los manantiales o los olivos centenarios se entrelazan con construcciones humanas como la iglesia, los cortijos o las acequias tradicionales, creando un conjunto con significado propio.
El agua, elemento escaso y por tanto precioso en el entorno mediterráneo, ha desempeñado un papel central en la configuración de la identidad de Mondrón. Desde la fuente que da nombre al beneficiado Blas Mondrón en el documento de 1560, hasta los Baños de Vilo y el manantial de El Batán, los recursos hídricos han articulado la relación de la comunidad con su territorio, generando saberes y prácticas específicas de gestión que forman parte del patrimonio inmaterial de la aldea.
El olivo y su fruto, la aceituna verdial característica de esta comarca, constituyen otro elemento definitorio de la identidad de Mondrón. Más allá de su importancia económica, el olivar representa un vínculo con la tierra y con las generaciones pasadas, que plantaron y cuidaron estos árboles centenarios. Los conocimientos relacionados con su cultivo, la recolección de la aceituna y la elaboración del aceite conforman un corpus de saberes tradicionales transmitido de generación en generación, que contribuye a la cohesión social y al sentido de continuidad histórica.
La posición geográfica de Mondrón, enclavada entre sierras en la Alta Axarquía malagueña, ha influido notablemente en su identidad. Este relativo aislamiento ha propiciado la preservación de tradiciones, arquitectura y modos de vida que en zonas más accesibles se han diluido con mayor rapidez ante la modernización. Al mismo tiempo, esta ubicación le ha proporcionado una excepcional riqueza paisajística, con panorámicas que abarcan desde las cumbres de la Sierra de Alhama hasta, en días claros, el azul del Mediterráneo.
Los acontecimientos históricos, desde la reconquista cristiana hasta el devastador terremoto de 1884, han dejado también su huella en la identidad colectiva. La tragedia del terremoto, en particular, y la posterior reconstrucción, marcaron un antes y un después en la historia de Mondrón, creando un relato de resiliencia y superación que sigue vivo en la memoria colectiva de la comunidad.
La Cooperativa San José Artesano, fundada en 1967, representa un hito más reciente pero igualmente significativo en la construcción de la identidad local. Esta entidad, que agrupa a más de 450 pequeños agricultores, ha trascendido su función económica para convertirse en un símbolo de la capacidad colectiva para afrontar desafíos y proyectarse hacia el futuro.
Pero más allá de estos elementos tangibles, la identidad de Mondrón se manifiesta también en aspectos más sutiles como la sociabilidad particular de los pequeños núcleos rurales, donde el conocimiento mutuo, las relaciones de vecindad y los espacios compartidos como la plaza o la iglesia configuran un modo específico de estar en el mundo y relacionarse con los demás.
Esta identidad, lejos de ser estática, ha evolucionado a lo largo del tiempo incorporando nuevos elementos sin perder su esencia. La llegada de residentes extranjeros, principalmente británicos, en las últimas décadas, o la introducción de nuevos cultivos como los tropicales, representan adiciones recientes que están siendo integradas en el tejido identitario de Mondrón.
De cara al futuro, el reto fundamental consistirá en mantener viva esta identidad singular en un contexto de globalización que tiende a homogeneizar culturas y paisajes. No se trata de preservar Mondrón como un museo viviente, congelado en el tiempo, sino de permitir su evolución natural asegurando que los cambios respeten y enriquezcan, en lugar de diluir, su carácter propio.
En este sentido, la educación desempeña un papel crucial. Transmitir a las nuevas generaciones el conocimiento y aprecio por la historia, el patrimonio y las tradiciones locales constituye la mejor garantía para su preservación. El sistema educativo formal puede incorporar contenidos sobre el entorno local, pero igualmente importantes son los espacios de educación no formal y las oportunidades de intercambio intergeneracional.
Los medios de comunicación locales y las redes sociales pueden contribuir significativamente a la visibilización y valorización del patrimonio e identidad de Mondrón, tanto hacia dentro (reforzando el sentido de pertenencia de la comunidad) como hacia fuera (proyectando una imagen atractiva que puede beneficiar al turismo o la comercialización de productos locales).
Las políticas públicas, a diversos niveles (local, autonómico, estatal, europeo), juegan también un papel determinante. Desde la planificación territorial y urbanística hasta los programas de desarrollo rural, pasando por la protección del patrimonio o el apoyo a actividades culturales, las decisiones de las administraciones pueden favorecer o dificultar la preservación de la identidad local. Por ello, resulta fundamental que estas políticas se diseñen con sensibilidad hacia las especificidades de territorios como Mondrón y con la participación efectiva de sus habitantes.
La actividad económica, especialmente aquella vinculada a recursos endógenos como el olivar o el paisaje, constituye otro factor clave. Un modelo de desarrollo que valorice los productos y servicios con identidad local, en lugar de competir exclusivamente por precio, contribuirá a reforzar los elementos distintivos que hacen único a Mondrón.
Finalmente, la clave para que Mondrón mantenga su identidad mientras se adapta a un mundo cambiante residirá en la capacidad de su comunidad para articular un proyecto colectivo de futuro que, enraizado en su historia y valores, ofrezca oportunidades atractivas para las generaciones actuales y venideras. Un proyecto que, lejos de cerrarse sobre sí mismo, se abra al mundo desde la confianza en el valor de lo propio.
Mondrón se encuentra, como muchas otras pequeñas comunidades rurales, en una encrucijada histórica. Los desafíos son significativos, pero también lo son las oportunidades y los activos con que cuenta para afrontarlos. El futuro no está escrito, sino que se construirá día a día con las decisiones y acciones de todos aquellos que, de un modo u otro, se vinculan a este singular rincón de la Axarquía malagueña. La historia milenaria de Mondrón, jalonada de adaptaciones a circunstancias cambiantes, ofrece motivos para un optimismo prudente sobre su capacidad para reinventarse una vez más sin perder su esencia.
En palabras que podrían aplicarse perfectamente a Mondrón, el geógrafo Yi-Fu Tuan señalaba que «el lugar es una pausa en el movimiento». Esa pausa, ese remanso de significado en el flujo del tiempo y el espacio, es lo que convierte a Mondrón en algo más que un punto en el mapa: en un lugar con historia, con carácter y con futuro.